Como hemos dicho la semana pasada, Nueva Zelanda es un país productor de vino conocido sobretodo por la sauvignon blanc frescos y vibrantes. Sin embargo, este país también ha adquirido reputación por otras varietales. Pero lo cierto es que en los últimos 20 años, la nación de los AllBlacks se ha convertido en la joya del Nuevo Mundo en viticultura.
Clima y viticultura en Nueva Zelanda
Dada su ubicación aislada en el océano Pacífico (está a 1900 km de Australia, la masa continental más próxima), Nueva Zelanda tiene, en general, un clima marítimo.
El clima de la isla sur es fresco, mientras que en la isla norte es un poco más cálido. La combinación de largas horas de sol, noches refrescadas por las brisas del mar y un largo período de maduración permite que las uvas alcancen niveles altos de madurez, tanto de azúcar como de sabor, reteniendo al mismo tiempo acidez.
Los viñedos de la isla sur tienden a situarse en el lado este de la isla, protegida por los vientos lluviosos del oeste por montañas existentes en el centro de la isla. Aun así, muchas de las áreas de viña reciben abundante precipitación, lo que puede ser problemático durante la maduración.
Suelos en Nueva Zelanda
Afortunadamente los suelos tienen a tener buen drenaje y por eso no quedan anegados. Sin embargo, lo suelos de los terrenos planos pueden ser demasiados fértiles, lo que lleva un desarrollo excesivo de pámpanos y hojas. Debidos a los problemas relacionados con el vigor, los viticultores de Nueva Zelanda se han convertido en especialistas en sistemas de conducción y en las técnicas de manejo de la canopia.
Viticultura sostenible
La industria vitivinícola de Nueva Zelanda está firmemente comprometida con la reducción del impacto ambiental de sus prácticas vitícolas y enológicas. La llamada Sustainable Winegrowing New Zealand es una iniciativa que establece estándares para ayudar a los productores a alcanzar esos objetivos.
Nueva Zelada del siglo XXI
Para entender el viñedo, es necesario distinguir las dos islas principales que conforman el país. La Isla Norte, más cercana al ecuador, ofrece una espléndida madurez a la cabernet sauvignon, merlot y chardonnay.
La Isla Sur es la tierra prometida para la sauvignon blanc y la pinot noir. De hecho, gracias a los Alpes del Sur, una cadena montañosa que atraviesa la isla longitudinalmente (no hay que confundirla con el macizo europeo), la costa oriental está protegida de los vientos húmedos del oeste. Esto explica la concentración de viñedos en el este. La suavidad de la brisas oceánicas, filtradas por estos relieves, permite a los vinos neozelandeses distinguirse por su frescura y precisión.
Las variaciones de suelo y clima, sumadas a las diversas inspiraciones de los viticultores, ofrecen una amplia gama de variedades de uva. Marlborough ennoblece la sauvignon blanc, Hawke’s Bay la syrah, Central Otago la pinot noir, Waipara Valley la riesling y Gisborne la Chardonnay.
A pesar de la fama del país adquirida gracias a las grandes bodegas que han abierto la puerta a los mercados internacionales, la industria sigue estando compuesta por una infinidad de pequeños productores familiares que siguen perfeccionando sus conocimientos de la vid.
¡Chinchín!