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Hoy haremos un breve viaje a la Isla de Madeira, donde se funde el verde esmeralda de su vegetación con los tonos marinos del agua que la circunda y la variedad cromática de flores y frutas multicolor que la enmarca. 

El archipiélago de Madeira, perteneciente a Portugal, consta de dos islas habitadas: Madeira y Porto Santo y las tres islas desérticas inhabitadas. 

A menos de 600 km de las Islas Canarias y a casi 1.200km de la capital lusa, encontramos este espacio húmedo, variado y turístico, en el Océano Atlántico norte. 

Madeira es isla de vinos únicos que, cuando los bebes, no te dejarán indiferentes. Esta isla, que goza de temperaturas primaverales durante casi todo el año, es lugar ideal para visitar, para vivir una semana entre vinos, caminatas y actividades al aire libre. Todo ideal para la época que nos acompaña.

Madeira y su entorno

Como es fácil intuir, por su situación geográfica y las características propias de las islas, Madeira tiene una geografía montañosa con suelos volcánicos.

Sus viñas están emplazadas, principalmente, en las laderas de las costas norte y sur. El clima caluroso y húmedo otorga al vino de la isla su tipicidad y estructura.

Esta misma humedad, al igual que en territorio gallego, ha causado que gran parte del sistema de conducción, más empleado en las viñas, sean las pérgolas.

Con la utilización de las pérgolas, las viñas pueden tener una mayor aireación evitando que el exceso de humedad provoque mayor incidencia de enfermedades y plagas causadas por la presencia de hongos, como el mildiu y el oídio. 

La pluviometría de la isla es alta, aunque ésta se concentra sobre todo en el altiplano, donde pueden caer hasta 3.000 mm al año. 

Si bien la isla es conocida, sobre todo, por sus llamativos canales o conducciones de agua, que posibilitando largos recorridos turísticos de excepción, también constituyen sistemas de apoyo para la irrigación de aquellas zonas de viñedo en secano. 

Variedades de uva

A lo largo del viñedo de la isla encontramos una serie de variedades características. No obstante, las más representativas del vino de Madeira son la sercial, que predomina en sus vinos más secos y la malvasía, en sus vinos más dulces y concentrados.

Siendo así, encontramos otras variedades que son la verdelho, bual, terrantez, bastardo y la tinta negra mole, que en la actualidad representa más del 85% de la producción total varietal de la isla y cuyo nombre no aparece nunca en las etiquetas de los vinos de Madeira. 

Esta variedad la conocemos en España como Negramoll y es característica de los viñedos de las Islas Canarias. También es la principal variedad tinta de la DO Tacoronte-Acentejo, en la isla de Tenerife.

Su amplia presencia en Madeira, se debe básicamente al gran impacto que causó la filoxera en el continente europeo y que impulsó a los viticultores a replantar las viñas con esta variedad más robusta que otras como las castizas sercial, verdelho, moscatel y malvasia. 

Maderización

Los vinos de Madeira son vinos fortificados. Si bien la normativa es única, también es laxa para permitir que esta fortificación se realice de una u otra forma, según la decisión de cada bodega. 

Para la vinificación se utiliza de forma extensiva el acero inoxidable y los sistemas de control de temperatura; y la fortificación se puede llevar a cabo al acabar al 100% la fermentación alcohólica con la adición de mosto, intensamente dulce y fortificado a 20% vol.

La otra manera de hacerlo, será parando la fermentación antes de que se consuma la totalidad de los azúcares presentes en el mosto, añadiendo alcohol vínico. 

La maderización se hace mediante un sistema llamado estufagem, que consiste en someter el vino a altas temperaturas durante periodos determinados de tiempo, para producir el envejecimiento acelerado del vino.

Los vinos de Madeira

Madeira es tierra de vinos versátiles, complejos y con estructura. Sus vinos pueden catalogarse bajo dos estándares medidos en términos de sus niveles de azúcar o por su edad. 

Dry, Medium Dry, Medium Sweet y Rich son tipicidades en cuanto a su nivel de azúcar y a las variedades con las que se solían elaborar.

Partimos de la sercial, características de los vinos más secos a la malvasia, con presencia hegemónica en los Rich

Mientras que con relación a la edad, las normas permiten que se etiquen con 3, 5, 10 o 15 años. Y estos van desde la categoría Finest hasta la Extra Reserve. 

Finest, Reserve, Special Reserve, Extra Reserve o Vintage/Colheita. Este último, un vino que como su nombre indica tiene una fecha determinada, de alguna de las variedades nobles y debe haber envejecido en roble un mínimo de veinte años.  

En efecto, cuando hablamos o bebemos un vino de Madeira, bebemos complejidad, mar, fuerza, tipicidad.

Hoy te invito a descorchar un vino de Madeira y a disfrutar un jueves más de vida en este otoño particular, de clima amable (al menos en Madrid) y de colores evocadores que estremecen los sentidos. 

¡Salud!

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