Cuando se habla de Montilla-Moriles, siempre acabamos con alguna cita, alguna referencia, algún recuerdo acerca de Jerez, sea por su vino, por proximidad, o por historia. Y es que la cercanía de las regiones y de la forma de elaboración han favorecido este intercambios de ideas y experiencias. Un intercambio que hoy por hoy ha dado muchos frutos, y vinos riquísimos en ambos marcos.
Veamos un poco acerca de esta historia en que ora se separan, ora se unen.
30 años de silencio
Desde que el curso de los acontecimientos se torció para Andalucia y sus vinos generosos, nada ha vuelto a ser como antes en esta comarca. Hace menos de 30 años se acogían más de 16,500 ha de viñedo, mientras que hoy en día la superficie protegida apenas llega a 9,000 ha. Es decir, un poco más que la mitad.
En Montilla, como en Jerez, han puesto en marcha un plan estratégico que intenta paliar la crisis que atraviesan los vinos clásicos andaluces. Buscan la recuperación planteando ideas que promocionen los vinos de esta comarca, y también buscan un equilibrio entre oferta y demanda, como forma de acabar con los excedentes que agobian a muchas bodegas.
Ocurre que quizás Jerez tuvo mayor éxito en esta promoción. Ya que hoy por hoy, el nombre Montilla-Moriles no tiene el reconocimiento tan destacado que tiene su vecino.
Bodegas destacadas en Montilla-Moriles
Pero, si hubo algo que Montilla-Moriles aportó al resto de los viticultores de vinos generosos fue la rentabilidad que puede ofrecer un trabajo de renovación en las elaboraciones. En la D.O. cabe destacar especialmente la bodega Alvear, casa fundada en 1729. Sus vinos, especialmente los Pedro Ximénez, que eran considerados vinos densos, pesados y complejos, se convierten en vinos de añada, frescos y alegres, como pocas veces podemos encontrar en las bodegas andaluzas.
Entre los vinos destacados de Alvear, están el PX de Añada, Alvear PX de Añada Reserva Dulce que son muestras de las posibilidades que ofrecen la apertura de nuevas líneas de elaboración.
Montilla-Moriles: el origen del amontillado
Otro punto importante que cabe destacar en esta historia es el origen de un vino fabuloso: el amontillado. En honor a los vinos cordobeses, hay que decir que el amontillado se creó allí, y desde esta tierra partió rumbo a Jerez.
También, es muy posible que el sistema de criaderas y soleras que ha marcado desde el siglo XVIII la vida de los generosos, partiera de allí hacia Jerez. Un sistema de elaboración que, hoy por hoy, es el sello de los vinos de esta comarca y que ha abierto las puertas de los mercados internacionales por su singularidad e identidad.
Una historia de 3000 años
La tradición e historia de ambas DDOO están muy entrelazadas, y por veces se solapan. Al final, quien vino antes, ¿el huevo o la gallina?
En caso de Jerez y de Montilla-Moriles, yo personalmente no lo sabría decir. En mis búsquedas, la única afirmación que puedo hacer es que los Montilla-Moriles pueden presumir de tanta tradición como los jerezanos. Hay incluso excavaciones arqueológicas que descubrieron semillas de viníferas que tuvieron vida hace más de 3000 años.
Hoy por hoy, es decir, 3000 después, podemos decir que ambos vinos y ambas regiones son extraordinarios. Se puede beber un vino tanto de una D.O. como de otra y sorprenderse con los magníficos aromas, sapidez y singularidad. Así que, si no has probado un Montilla-Moriles, vete corriendo a hacerlo.