Hoy seguimos con la segunda parte del ejercicio de maridar vinos y novelas. Esta vez, en un entorno intrigante, fabulario y de suspense.
Hoy vamos a maridar novelas y vinos. Un género literario escrito en prosa, con la fusión perfecta de un buen vino que empape nuestros labios en poesía líquida.
El grupo Solar de Samaniego, a través de Bodegas Solar de Samaniego, y su proyecto “Beber Entre Líneas” ha unido dos artes dentro de un solo proyecto, (¡apuesta certera!), a la creación de un espacio único dentro de una bodega, que enmarca el vino y la literatura.
Hoy tornamos la mirada hacia país del sol naciente, el país de los samuráis, los quimonos y los bonsáis. País de nacimiento del escritor Haruki Murakami y de la bebida alcohólica conocida como Sake en occidente, cuyo nombre correcto es Nihonshu.
Como en un triángulo amoroso de la literatura clásica, el viñedo de Beaujolais se encuentra entre el sur de la Borgoña y el norte del Ródano.
La literatura y el vino nos permiten cruzar fronteras, ampliar nuestros horizontes, viajar cruzando barreras temporales, asomar nuestra mirada a otras vidas, a otras miradas e incluso a nuestro mundo interior.
El Amarone es un vino singular, complejo, con gran intensidad en boca que en muchas de sus versiones se disfruta mejor a bocados que a sorbos.
Un clásico, un imprescindible, un vino que debemos probar no solo una sino muchas veces durante nuestra vida, así es el Brunello di Montalcino. “El vino toscano”, monovarietal de sangiovese, quizá el más conocido de Italia junto con el Barolo y el Chianti.
En cierta medida, puede ser un vino correcto, bien hecho y con un mensaje escrito en prosa, pero hace parte de nuestro entorno, de nuestras emociones y de nuestro viaje de vida, el leerlo en clave de verso.