Hace más o menos 15 años que estuve en Chile y aun me acuerdo de esta seña, título de este post, para entrar en el famoso “Rincón de los Canallas”, un bar que fue escondite de muchos disidentes chilenos en la época de la dictadura de Pinochet. Este país que tiene una historia atrapante obviamente no es protagonista de Vinálogos hoy por su pasado político sino por su historia vitivinícola.
De todos los países de América Latina, quizás Chile juntamente con Argentina son los que tienen más tradición vitivinícola. Chile goza de excelentes microclimas, de profundos conocimientos y viticultores decididos, lo que ha convertido este país en un referente mundial en menos de 20 años.
Chile en cifras
Son 215.000 hectáreas plantadas con una producción anual de 1010 millones de litros. 25% de la viticultura se dedica a uvas blancas e 75% a uvas tintas.
Las variedades más plantadas, entre las uvas blancas son las sauvignon blanc y chardonnay. De las tintas hay 5 variedades más plantadas. Las conocidas cabernet sauvignon, carménère, merlot, syrah y pinot noir.
Paisaje vitivinícola de norte a sur
Los vinos de Chile tienen un amplio recorrido en la actualidad, tanto en términos de estilo como de ubicación. Hay increíbles trozos de viñas viejas, que van desde las colinas del sur de Itata hasta los oasis del desierto en la frontera con Perú, mientras que las nuevas viñas están apareciendo por todo el país, desde las terrazas fluviales incrustadas de cal de Limari hasta las laderas volcánicas del volcán Pucón.
La viticultura de Chile ayer
Cuenta la historia que las primeras vides fueron plantadas en el país por un sacerdote llamado Francisco de Carabantes en 1548, para la elaboración de vino con finalidades ceremoniales. Al igual que México, Chile le preocupa el edicto de Carlos II que prohibía la viticultura excepto para las prácticas religiosas. Entre en siglo XVI y el XX, la producción de vino se destinaba al consumo personal de los agricultores y se centró en una variedad de uva tinta sin demasiado interés pero con alto rendimiento: la país.
Chile se independizó en 1818 y los viajes transatlánticos alentaron la llegada de los enólogos franceses que traían consigo variedades de uvas. Fue ahí que la carménère se convirtió en la insignia del país, aunque durante mucho tiempo fue tomada por merlot. Solo logró recuperar su identidad en 1994 gracias a estudios de ADN que identificaron ella con la cepa ya extinta en Francia.
Chile hoy en día
No mucho más grande que el viñedo de Burdeos, en 10 años el viñedo chileno ha aumentado más del 40% y se ha convertido en el primer exportador mundial después de los países europeos. Su excepcional situación geográfica es ideal para el cultivo de la vid y la producción de varietales locales.
Al ser una país alargado, con casi 5000 km de costa, y estrecho, Chile tiene diferentes latitudes y altitudes para elaborar vinos de estilo diverso, con buena madurez y en muchos casos conducidos por la fruta. Los viñedos al pie de los Andes se hallan en diferentes valles, lo más famoso en los cuales son los del Valle Central: Maipo, Cochapoal, Colchagua, Curicó y Maule, aunque hay muchas más zonas que destacan por su calidad. No podemos olvidar el Aconcagua y Valle del Casablanca al norte, y el Valle del Itata y el Bío Bío en el sur.
Filoxera
Un dato curioso es que Chile es uno de los pocos países del mundo que nunca fue atacado por la Filoxera. Gracias a cuatro barreras naturales: al norte el deserto del Atacama, al oeste por el océano Pacífico, al este por los Andes y al sur por los glaciales Antárticos.
Vinalogando en Chile
Hablaremos con más detalles acerca de Chile y de sus regiones en las próximas semanas. Hoy os dejo con un vino que me ha encantado del proyecto Vintae en Chile: Kudaw.
El proyecto Küdaw ha nacido en 2015, por el simple deseo de explorar, de los conocidos Chicos Vintae. La idea era viajar al Chile en busca de viñedos centenarios olvidados. Una vez allí, se rescatan no solamente los viñedos sino también las variedades autóctonas más antiguas. Y más, mantienen los métodos de elaboración tradicionales.
“Durante este viaje hemos pisado la tierra y sentido el alma de Chile a través de las historias de decenas de viticultores que mantienen viva una tradición vinícola de la que los vinos de Küdaw cogen el testigo” – cuenta Ricardo Arambarri en el blog Vintae acerca del proyecto.
El cuidado del proyecto, se refleja en especial en el nombre elegido para enmarcar esta gama de vinos. Küdaw, en mapuche, idioma del pueblo amerindio que habita en el sur de Chile, significa “el trabajo de la tierra”. ¡¿Y que más podría significar?! Un vino tan especial capaz de reflejar y transmitir, en su perfección, el alma de una tierra… Y, ahora, con este nombre, de un pueblo.
¡Chinchín!