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Catando emociones: vinos de meditación

Últimamente he estado viajando con un ritmo frenético y entre un compromiso y otro ha habido de por medio tensión y prisas, muchos check list para no olvidarme nada y poco tiempo para la meditación y dar un respiro a esta cabeza.

Vino, yoga y meditación

Y es que es tan importante para nuestra salud mental el estar activos para generar nuevas conexiones neuronales y avivar nuestro pensamiento crítico, como el tomar un respiro, descansar y brindarle herramientas poderosas de relajación y calma a nuestro cuerpo y mente. Yo lo hago a través de la práctica habitual de yoga, meditación y mindfulness. Y es aquí donde hay un nexo interesante al que quiero hacer alusión y que constituyen dos de mis grandes pasiones, el vino y la práctica de yoga y meditación.

Bueno, vamos por partes, seguramente ya habéis catado unas cuantas botella de vino ya sea entre amigos, en un taller de cata, en el anhelado sofá mullido de casa frente a la chimenea, en medio de una reunión familiar, etc. ¿Pero entendemos lo que es la práctica de la meditación y el mindfulness, conceptos que hoy en día pueden llegar a ser confusos ante tantas expectativas desatadas alrededor de estos?

Meditación y mindfulness

Primero que todo es importante entender que no es lo mismo mindfulness que meditación. Una práctica enriquece la otra y viceversa. Mindfulness es parte de la meditación, es atención plena, mientras que la meditación se refiere al espacio temporal y espacial para equilibrar nuestra energía y calmar nuestra mente. 

Vinos de meditación

La idea es generar un estado de conciencia plena de nuestros pensamientos, emociones y sentimientos, liberarnos de ansiedades y remordimientos por el futuro o por el pasado, liberarnos de culpas y abrazarnos, aceptarnos, entendernos con cariño, gratitud y compasión para restaurar nuestra concepción de lo que somos, que siempre ha estado ahí pero que en muchas ocasiones dejamos de ver. Así, cuando la mente se abre y se limpia, el corazón también. Durante la práctica mindfulness nuestro cerebro libera endorfinas, también conocidas como “hormonas de felicidad”, baja la presión arterial y relaja la tensión de nuestro cuerpo. 

¿Y esto os suena de algo?

Pues, cuando bebemos una copa de vino nuestra presión sanguínea baja, ya que el alcohol relaja y expande los vasos sanguíneos permitiendo que el corazón trabaje menos, creando en nosotros una sensación de tranquilidad que potencia la liberación de endorfinas.

Vino de meditación

La cata mindfulness

Entonces, ¿por qué no aprovechar y potenciar los efectos de ambos mientras hacemos una cata? Os invito a que en vuestra próxima cata intentéis tomar conciencia y maridar una experiencia memorable con un “vino de meditación”. Este término fue acuñado en Italia, en los años 70 y comprende vinos con cuerpo y estructura; robustos en los tres pilares del vino: alcohol, astringencia y acidez. Dentro de esta categoría podemos encontrar vinos a lo largo y ancho de la geografía vinícola mundial y entre mis favoritos: un Amarone de la Valpolicella, un buen Barolo, un Marsala, un Amontillado VORS, un Tawny Porto 30 años, un Jumilla, un Château-Chalon o un Coteaux du Layon. Un vino que como un buen libro o una obra de arte, sea capaz de conmovernos y brindarnos momentos de reflexión para dilucidar desde el silencio y sacarnos de la rutina que día a día nos envuelve.

À la recherche du temps perdu

Vinos que mariden sabores y texturas entre si, que mariden aromas del presente con aromas del pasado y de sueños futuros. Capaces de hacernos revivir y disfrutar un momento único. De evocar aquellos recuerdos de la niñez, olores de aquel lejano verano, de la casa del pueblo de los abuelos, de los viajes con los primos y primas, una mezcla emocional de aromas y recuerdos que se fijan en nuestra memoria. Estos recuerdos que genera nuestra memoria involuntaria cuando nuestros sistemas olfativo y gustativo nos trasladan a momentos del pasado. Porque algunos olores pueden ser especialmente poderosos recordatorios de experiencias autobiográficas, algo conocido como “El Efecto Proust” en honor, al novelista francés, Marcel Proust (“À la recherche du temps perdu”).

Os invito a llevar la plena atención a los cinco sentidos y catar en armonía con los 5 elementos de la tierra que nos permiten disfrutar la experiencia. La tierra donde las viñas crecen y asientan sus raíces para nutrirse y dar frutos, el agua presente en las uvas que nos da el jugo con sabores y aromas, el sol (fuego) elemento fundamental de la fotosíntesis y el proceso de maduración de las uvas, el aire prístino que limpia las viñas y el éter como nuestro espacio de práctica de la cata y relajación.

¡Namasté y salud!

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