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¡Adios, Quino!

Hace tan solo dos días se ha cumplido la efemérides del nacimiento de Mafalda, pieza clave del humor gráfico latinoamericano y, lamentablemente, el día de ayer ha dejado este mundo su creador y artífice: Quino. ¡Adios, Quino!

Por eso hoy, quiero dedicar este breve espacio, de letras y aromas, al vino argentino y a el creador de Mafalda, a Quino, argentino de nacimiento, de sangre andaluza, que tantas horas de esparcimiento le regaló a mis atardeceres.

Quino nos ha dejado en cuerpo y nos ha legado un compendio de viñetas y reflexiones, en clave de “humor negro”, único e inteligente.

Mafalda y Quino, aunque con marcada presencia hispanoamericana, son dos marcas mundiales, disfrutadas y apreciadas a lo largo y ancho de la geografía de viñetas mundial.

Este humorista gráfico, con sus viñetas punzantes, reservó siempre espacio para las gallardías y cavilaciones de la condición humana en cada una de sus entregas.

«¿No sería mas progresista preguntar dónde vamos a seguir, en vez de dónde vamos a parar?»

Mafalda

Mendoza: la tierra de Quino

Nacido en Mendoza, tierra de vino, la zona más importante en la Argentina en producción de vinos de calidad, no sólo por su extensión sino por su condición y calidad.

Esta región aporta más del 70% de toda la producción de vino de la Argentina, con sus afamados malbec de carácter internacional y cosmopolita. 

Mendoza es tierra de vinos, tierra austera e intrincada y la tierra donde se gestó el carácter y la personalidad inquieta y rebelde de Mafalda, que comparte rasgos de la personalidad con más de un malbec presente hoy en día.  

En esta región, Quino dio forma y luz a un personaje que, en multitud de momentos de la vida, nos representa. Con sus dilucidaciones y continuos cuestionamientos sobre nuestra realidad, nuestro entorno y nuestros sistemas democráticos, económicos y políticos. 

Precisamente en la ciudad natal de Quino, viví una primavera única de mi vida, una primavera en España que, paradójicamente, era un invierno en mi vida, pero un otoño en la Argentina. 

La personalidad de la malbec

Esta tierra adusta, comprendida por Luján de Cuyo, el Valle de Uco, Maipú, San Rafael y General Alvear; flanqueada por la precordillera de los Andes que le une con Chile y sus viñas; divisa al Monte Aconcagua, la montaña más alta de América, a 6.960 msnm. 

En esta región argentina, el malbec es quintaesencia, con sus matices y sus diversas maneras de presentarse según los suelos, las condiciones edafológicas y el microclima.

Aquí se encuentran el pasado y el presente, aquí converge la malbec con sus notas de fruta negra y roja, su potencial alcohólico y su estructura en boca.

En Luján de Cuyo, su región por excelencia,  crecen sus viñas entre las 800 y los 1100 msnm. Aquí visité el proyecto dirigido por Roberto de la Mota, en la Bodega Mendel.

Un proyecto familiar que trabaja la malbec y otras variedades francesas -bordelesas- como la cabernet sauvignon, la cabernet franc, la semillón y la petit verdot. 

Bodegas Mendel

Charla con Roberto de la Mota

Conocer esta bodega y catar sus vinos fue un viaje exquisito a lo largo de las viñas que se atemperan en Paraje Altamira, Valle de Uco y Luján de Cuyo. Una cata de viñedos y vinos que provienen de alturas de entre los 900 y los 1.150 msnm.

Aquí la malbec muestra su astringencia cuando es joven, al más puro estilo de la Mafalda irreverente y rebelde de Quino. 

Vinos que con el paso del tiempo, van suavizando, matizando y alcanzando la madurez necesaria para ser aterciopelados, cálidos y sublimes. 

Hoy, hago un fugaz viaje a la tierra de Quino, a Mendoza. Donde hay que ir para conocer bodegas, catar historia, pasado y presente con notas de ciruelas, arándanos y cerezas; y sus aromas secundarios de chocolate, vainilla y tabaco. 

Para hacer una o varias rutas a caballo con la cordillera de los Andres de telón de fondo, con sus tierras imponentes y salvajes; y culminar la jornada entre vinos y sus deliciosos asados gauchos.

Réquiem a Quino

Adios a Quino, Joaquín Salvador Lavado, un adios sentido. Nos quedan sus tiras cómicas, nos queda Mafalda, Susanita, Miguelito y Felipe. Nos queda la multitud de preguntas existenciales para seguir cuestionando, para seguir leyendo, para seguir haciendo camino al andar. 

«¡Sonamos muchachos! ¡Resulta que si uno no se apura a cambiar el mundo, después es el mundo el que lo cambia a uno!»

Mafalda
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