Sí, amamos los vinos. Pero no nacimos sabiendo. Y como todo wine lover del mundo mundial hemos tenido nuestros comienzos. ¿Os acordáis? Yo sí que me acuerdo. Que no sabía absolutamente nada sobre vinos. Sabía si me gustaba o no. Pero la uva, la acidez o el tanino eran palabras mayores.
Aunque me encanten los vinos, y sé que la historia no fue exactamente así, he decidido hacer una versión cómica sobre el tema en 10 capítulos. Los 5 primeros podéis apreciarlos hoy y los otros 5, con su final y moraleja, los podréis leer el jueves.
Os dejo aquí la historia (versión exagerada) que creo todos hemos vivido cuando decidimos que no queremos ser apenas bebedores de vino, sino también conocedores, apreciadores y defensores de esta bebida de los dioses.
El camino del wine lover- un plan de carrera en 10 capítulos:
1 – El bar
¿Te acuerdas? El bar, el famoso bar… que sigue ahí; llenando de alegría nuestros días. Todos hemos empezado de alguna forma. La más típica es la del bar. Hay otras, obviamente. Sé que aquí estoy saltando el botellón y el tan famosos Kalimotxo. Pero es en el bar donde la gente dice por primera vez ¡Qué bueno está este vino!
No es que no tenga probados vinos buenos antes. Pero noto mucho, entre mis amigos, que es en el bar donde empiezan los primeros ejercicios de cata. Una cata sencilla, basada en dos opiniones sencillas: me gusta o no me gusta. Y si te gusta, ya empiezas a volver al mismo bar a pedir el mismo vino.
2 – Aproximación
Ya está. Ya descubriste que te gusta el vino del bar y ya preguntaste cuál es. El camarero va y te dice: un Rioja. No te dice nada más. Y tú, como no tienes ni idea, partes de la base que todos los Riojas están buenos. Y allá vamos a la tienda de turno, en busca del tan famoso Rioja.
Si la botella dice tempranillo, como no sabes lo que es, dices que no. Si la botella dice garnacha, ¡fuera! Tú quieres un Rioja. Porque los buenos son los Riojas.
3- Las conversaciones en los bares
De ahí empiezas a hablar con tus amigos que parecen saber más que tú. Te dan una lección acerca de las denominaciones de origen, las uvas, lo que es un vino de crianza, los tiempos necesarios para ser un reserva. Tu amigo sabe mucho. Y te fías un montón de él. Empiezas a enviarles fotos de todas las botellas que piensas comprar. Le pides opinión acerca de todos los vinos que bebes.
4- Los lineales
Tu amigo que sabe mucho te indica una serie de vinos. ¿Qué haces? Corres al supermercado. Tienes una cena y tus amigos van contigo a elegir el vino. Ves la marca que tu amigo te recomendó. Este es tu momento. Tus amigos están allí, y sabes que te gustan los vinos. Sacas pecho y dices a tus amigos: “Este, este, este… Este es el bueno. Está riquísimo, es un Rioja, crianza del año XXXX. ¡Mirad el precio! Es la mejor relación calidad-precio del mercado”.
Tus amigos como “no entienden de vinos”, encojen los hombros y dicen que sí a tu elección. Nadie más se atreverá a decir en la cena que no le gusta el vino.
5- Los cursos de catas
Ahora te sientes inteligente e interesante. Busca cursos acerca de los vinos en la web y encuentras un curso de cata para principiantes. Te apuntas pensando que sabes más que los otros. En el curso te enseñan a ser un auténtico sibarita: te enseñan los colores del vino, las capas, la lágrima, te enseñan que los vinos no tienen olores, sino aromas… te enseñan sobre la acidez y cómo se identifican los tan famosos “taninos”. Te sientes un power- master del conocimiento vitivinícola. Pero te hunden cuando dicen que los vinos no se deben comprar en lineales.