Hoy escribo con el brío que despierta en mi “vinalogar” y el mundo del vino, aunque desde el hartazgo pandémico que se extiende y condena nuestro día a día y cualquier intento de planificación que insufle alegrías en nuestro corto y mediano plazo.
Ya no nos sentimos capaces de imaginar o planificar nuevos viajes en torno al vino, en torno a nuestros intereses, aficiones y, menos aún, de contar días o soñar con el momento de volver a abrazar a esos seres queridos que nos llenan la vida y de los que ahora nos distancian cientos de de kilometros.
Así que mientras esta segunda ola pandémica y estos tiempos de incertidumbre nos azoten, viajemos a través del fruto de la vid, con sus aromas, matices y particularidades.
Hoy voy a maridar una variedad tinta con un temazo, que me hace salivar con texturas convencionales de voz y progresiones armónicas al ritmo de guitarras, bajos y una voz gutural.
Springsteen y la Nebbiolo
“You can’t start a fire
Dancing in the Dark
You can’t start a fire without a spark
This gun’s for hire
Even if we’re just dancing in the dark”
Llegó el momento para maridar canciones con vinos, con regiones, con el ritmo que la vida nos toque o la frecuencia donde más cómodos o motivados nos sintamos.
En ese sentido, la idea es dejarse llevar, sentir cada acorde de una canción y disfrutar del contenido de la copa, mientras visualizamos, sentimos y acariciamos con nuestros labios y sentidos, cada mililitro que recorre nuestra cavidad bucal y calienta nuestro cuerpo.
Enciende la música y sintoniza “Dancing in the Dark” de Bruce Springsteen. ¡Qué nostalgia al invitaros a “sintonizar”!, cuando el 99% de lo que escuchamos hoy en día, lo hacemos por vía digital.
¡En fin! Está canción que me inspira, me levanta el ánimo con su ritmo vívido, melódico y envolvente, me hace pensar en un vino de la variedad nebbiolo.
Esta variedad italiana, es la misma con que se elaboran los tintos de Barolo y Barbaresco, en la región italiana del Piamonte.
Nebbiolo
Una variedad tan rockera como la canción, de tanino potente y acidez pronunciada. Se necesitan años para encontrar en ella amabilidad, ¡o no!
Los vinos clásicos de estás dos regiones necesitan tiempo para redondearse, para expresarse, para suavizar y matizar astringencia y acidez, y de este modo, aflorar en complejidad aromática y balance.
No obstante, en las últimas décadas, se han encumbrado nuevos productores con la visión más propia de la inmediatez del siglo XXI.
Estos precursores de los Barolos y Barbarescos modernos, nos ofrecieron la posibilidad de beber vinos sin tener que esperar décadas para beberlos.
Los Altare, Gaja, Voerzio o Scavino del vino, por nombrar solo algunos, irrumpieron en el panorama vinícola piamontés, bailando en la oscuridad, y con total acierto, hoy nos permiten disfrutar los acordes de sus vinos, fruto de la innovación visceral.
Un nebbiolo, clásico o moderno, con sus distinciones y matices es de una emoción estética amplia y sublime.
¿A qué ritmo baila la nebbiolo?
Esta variedad de piel gruesa, capaz de soportar la niebla matutina en la que permanece la mayor parte de su ciclo vegetativo, es de brotación temprana y maduración tardía.
Tiene la necesidad imperativa de orientaciones sur y suroeste; y una particular predilección por los suelos calcáreos, de donde salen los mejores vinos de estas dos DOCG.
La nebbiolo transpira rosas y alquitrán en sus versiones más clásicas. La nebbiolo baila al ritmo de los tostados de sus maderas que atemperan su tanicidad. La Nebbiolo exulta aromas de frutas rojas, de bosque y petricor.
Fin del hartazgo pandémico
Con esta nebbiolo acompañando mis letras, al ritmo de Dancing in the Dark, recibo el mensaje que trae consigo esta botella y dejo de lado este hartazgo pandémico, y en esta misma línea, te invito a ti a pasar página también.
Se acaba un mes más de este año único y empiezo a hacer balance. Dentro de dos meses cambiaremos de año, no de esencia, pero si espero que nuevamente sea momento para generar nuevos proyectos, recargar energías y mutar.
¡Si! Aún en medio de este hartazgo pandémico de este quebranto de fantasías y de este tsunami de realidad que nos ha arrollado, al menos, me daré esta oportunidad.
¡Salud!