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Incentivando los pequeños viticultores

Estamos quizás viviendo uno de los períodos más sorprendentes de nuestras vidas. Por mucho que lo hubiese predicho, que hubiese estudios avisando de una pandemia, creo que jamás pudiéramos imaginar que la viviríamos de esta forma, en este período. Dentro de una pandemia de este calibre no está solo en juego la salud de nuestros conciudadanos pero también la posibilidad de salir adelante, de poder poner comida en la mesa. Por ello, hoy quería dedicar un post espacial a la PYME, a nuestros pequeños viticultores, nuestros pequeños empresario, que luchan a diario contra esta pandemia, sacrificando todo lo que han construido.

Viticultores

Son muchos los que me gustaría citar en este post. Son muchos a los que Vinálogos gustaría decirlos, que somos empáticos con su situación, que entendemos lo que están pasando, y que esperemos que puedan seguir adelante. No podemos pasar un post citando uno a uno… no sabe cómo a mí me gustaría.  Pero siendo pragmático con el espacio que nos concierne, y tratando de dar visibilidad a lo mucho que os estáis jugando, me gustaría sí dedicar este espacio a vosotros. Y aquí, hacer un llamamiento al apasionado del vino como yo, que echemos una mano al pequeño viticultor… que compremos su vino, que pongamos en el centro de la mesa y que digamos con orgullo de donde procede.

Creo que no hay homenaje más grande al pequeño viticultor que saber que su vino está siendo compartido en una comida familiar, en una cena con amigos (para aquellos que ya han pasado de fase) o simplemente descorchando una botella solito en casa, celebrando la vida y vendo que ya hay luz en el final del túnel. 

Pequeños gestos

He preparado una lista de viticultores que he conocido a lo largo de mi trayectoria… Personalmente o a veces indirectamente. Pero he de decir que sus vinos me tocaron. Me gustaría dejar aquí la indicación de algunos de ellos, para que estos tiempos, podéis no solo echar una mano comprando sus vinos (que esto está muy bien) pero también tener la oportunidad de probar cosas nuevas… de tratar de catar las manos y el trabajo de esta gente… Y compartir… porque lo mejor del vino es compartirlo.

Mi selección es:

Bodegas Caudalia

Les conocí cuando estuve visitando varias bodegas en Navarra el año pasado. Me sorprendió porque la bodega estaba muy cerca de un pueblo que solía pasar unos días, y he de decir, que de todas las visitas que he hecho este fin de semana, el vino que más me llamó la atención fue justamente el de ellos. Bodegas Caudalia tiene una filosofía bonita, en que predomina el respeto a la tierra y al entorno, utilizando el conocimiento y experiencia en ello, para lograr la máxima expresión varietal.

Me recuerdo tener una charla distendida con ellos, de catar 3 de sus vinos y salir con algunos en el maletero.  Se trata de gente humilde, que demuestran grande amor y conocimiento por lo que hacen…  y todo estos se traduce en vinazos.  Inclusive me entró las ganas de probar vendimiar sus uvas algún año.

Quieres probar su vino: tengo debilidad por su syrah, y por su tempranillo. Además os digo: si estáis acostumbrados a tempranillos de la Rioja o Ribeira del Duero, la tempranillo de Bodegas Caudalia te puede proporcionar otra visión acerca de esta uva. A los que le gustan los desafíos, os propongo ponerla en una cata a ciegas a ver si alguien acierta la varietal.

Primitivo Collantes

Otra bodega que he conocido en mi viaje con mi maravillosa profesora y mentora Verónica. Verónica conoce a Primitivo desde hace muchos años, y fue ella la que me llevó a conocer su bodega. He de decir que me sentí especialmente bien recibida por Primi y que fue otra de las visitas que me ha tocado mucho.

Primitivo Collantes, es una bodega pequeña con grandes vinos. Soy fan de toda su colección. Situada en Chiclana de la Frontera, su historia remonta el año de 1946 cuando se constituye como Sociedad Regular Colectiva. En 1973 se transforma en Sociedad Anónima, adaptando sus estatutos a la normativa vigente. Actualmente se constituye bajo la razón social Primitivo Collantes, S.A.

Entre jereces y risas

Aun me recuerdo con mucha murriña aquella mañana en que Verónica y yo estuvimos con Primi probando toda su colección de vinos. La verdad que no son pocos… y si queréis una buena introducción al vino de Jerez sí que os sugiero empezar por esta bodega.

Mis recuerdos aun consiguen acordarse de este aroma a caliza, unidos a una buena charla con Primi, sus anécdotas, y aquella barrica arrinconada en la sala de cata, legado de su padre, que con tanto cariño nos ha sacado a catarla. Hay personas que realmente nos hace sentir especial, y el amor por la tierra, el amor por lo que hace se refleja en estos pequeños detalles del día a día.

Si podéis, probad todos… pero obviamente tengo mi ojito derecho… que es su moscatel de oro, y que se comercializa en Madrid en Divinity Wines.

Domaine Lupier

 Hete aquí una bodega que vino recomendada de mi gran amiga Mónica de Lavinia. En mi viaje a Navarra no pude conocerles porque creo que estaban de viajes, pero sus garnachas han llegado a mi mesa y me han enamorado.

Enrique Basarte y Elisa Ucar son dos enamorados de la viña, de la tierra, del vino; de esos vinos extraordinarios que traen felicidad a nuestra cara, que desafían nuestros sentidos y, a los más filósofos e introspectivos, hacen ver que los grandes placeres de la vida están en los pequeños detalles. Favor, probad Domaines Lupier El Terroir, y decirme si no es un regalo de la tierra.

¡Chinchín!

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