Hoy, Vinálogos y sus vinalogadoras, vamos a jugar a algo diferente. Se llama el juego de las uvas (uvas vínicas – syrah, mencía, malbec, garnacha, chardonnay)…y sus respectivas personalidades. Como vinalogadoras, amantes de vino, y de todo su mundillo, hemos buscado las uvas que más dicen respecto a nuestra personalidad. Con ella pretendemos contar nuestra historia, la historia de quién somos y cómo somos.
Lo interesante de este juego es que no somos nosotras quienes elegimos la uva que somos, sino nuestros amigos, que ven en nosotros la uva que más se nos asemeja. Y con ella, nuestra personalidad. Por eso estamos aquí hoy: para explicar qué cepa somos y por qué.
Así que bienvenidos, vinaloguistas; yo soy la syrah.
La syrah
La primera pregunta que nos viene a la mente es ¿por qué la syrah? Bueno, aquí hay varias respuestas. Vamos una a una para que vosotros empecéis a entenderme. El primer motivo, aunque parezca una chorrada, es que la syrah tiene otro nombre – shiraz-.
Syrah o shiraz
Parece ser que a mediados del siglo XIX, los viticultores australianos viajaron a Europa para comprobar el éxito del Ródano. Se llevaron la syrah a las Antípodas, donde hoy es su variedad emblemática y la que mantiene sus exportaciones. En los años 90 dicha cepa ha inundado el mercado norteamericano, aunque bajo otro nombre – la shiraz -.
Ahora bien, ¿por qué los australianos empezaron a llamar la syrah como “shiraz”? Ni idea, pero ¿qué tendrá que ver eso conmigo?
Mis dos nombres
¡Ajá! Efectivamente, también tengo dos nombres, pero no siempre ha sido así. El cambio vino justamente cuando adquirí la nacionalidad española, que decía que como ciudadana de España debía añadir un apellido más, es decir, el apellido de mi madre. En Brasil la ley es clara y se permiten cuantos apellidos quieras, pero el más importante es el último, que suele ser el del padre. Sin embargo, aquí en España la ley dice que el primer apellido es el del padre, y el segundo el de la madre – aunque hoy en día se puede modificar el orden – y por ello tuve que añadir, con mucho orgullo, el apellido de mi madre en mi nuevo DNI.
O sea, yo también soy syrah… o shiraz.
Antecedentes franceses e italianos
Este motivo es otra tontería con la que me han identificado. La syrah tiene antepasado franceses e italianos.
El origen de la cepa es un tanto confuso. Unos dicen que viene de Siracusa, Italia. Otros apuntan a estudios realizados en 1998, cuando un test de ADN demostró que esta variedad se origina por un cruce entre las uvas Dureza y Mondeuse Blanche. Parece ser que el cruce ocurrió naturalmente centenares de años atrás en la región de los Alpes del Ródano.
Para hablar de mí y qué tiene que ver la syrah conmigo, vamos dar un repasito a mi ascendencia. Italia sí, seguro. Mis dos apellidos son italianos – uno del norte y otro del sur -, uno de Treviso, otro de Nápoles. La parte francesa, aunque me encantaría tenerla, no consta en mi genética – que sepamos-. Aunque tenga nombre francés, mi historial francés no pasa de eso y unas dos o tres frases en este idioma. Est-ce que vous comprenez?
La syrah y yo
Es cierto que he citado las características más absurdas de mi similitud con la cepa, pero lo bueno se hace esperar.
Bueno, de “bueno-bueno”, tampoco. Pero aquí van las principales razones por la cuales yo soy y siempre seré la syrah.
Soy una amante del sol, aunque me guste y me adapte también a otros tipos de climas. Soy de fácil cultivo y me adapto muy bien a diferentes sitios del mundo. Basta con mirar la cantidad de países en los que ya he vivido. Me adapto bien a zonas cálidas con bajos niveles de precipitaciones – Madrid puede decirlo-.
Hay más…
Tengo cuerpo, soy erguida y de sarmientos delicados. Claro, he madurado precozmente. También soy resistente a enfermedades, tengo el sistema inmunológico de un toro.
Tengo un carácter sólido y voy adquiriendo más y más personalidad a medida que envejezco. Cuando me cuidan, doy un buen caldo. Pero, como la syrah de la Côte Rôtie, cuando más brillo es claramente en situaciones adversas; cuando todos piensan que no saldré de ahí, no solo salgo, sino que consigo sacar todo mi potencial.
Quien bien me conoce sabe que me gusta remar en mar revuelto, y aunque sufro estrés (como ocurre con la vid), voy concentrando todas mis energías para buscar una solución y seguir adelante.
Así que ¡mucho gusto! Yo soy al syrah. ¿Y tú, de qué cepa eres?
Super original este post comparando vuestros nombres y personalidad con la de una variedad de uva. Me ha gustado mucho. Enhorabuena!!
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