La edad de las vides (frecuentemente llamado por “viñas viejas”) es un factor clave en la vinificación, ya que influye tanto en la calidad del vino como en la rentabilidad de los viñedos. A lo largo de los años, las vides experimentan una evolución en sus características, lo que las convierte en piezas clave de un proceso que no solo tiene que ver con el cultivo, sino también con la tradición, el conocimiento del terruño y la sostenibilidad. ¿Qué hace que las vides más viejas sean tan especiales? ¿Realmente producen mejores uvas que las vides jóvenes o de mediana edad? A continuación, exploramos la influencia de la edad de la viña en el vino, tanto desde el punto de vista agronómico como económico, basándonos en estudios y opiniones de expertos.
El ciclo de la vid
En los primeros años de vida de una vid, los viticultores suelen eliminar las inflorescencias (las primeras flores que luego se convertirán en racimos de uvas) para que la planta pueda concentrar su energía en su crecimiento. Este proceso es comúnmente realizado en los primeros dos o tres años para asegurar un desarrollo vigoroso. En muchas denominaciones de origen (D.O.), la legislación prohíbe el uso de la fruta de vides muy jóvenes, garantizando así que el viñedo tenga tiempo suficiente para madurar antes de cosechar.
Entre los cinco y los 40 años de edad, una vid alcanza su máximo potencial productivo. Su sistema radicular está completamente desarrollado y es capaz de absorber los nutrientes necesarios para generar rendimientos más altos y de mejor calidad. Sin embargo, después de esta etapa, a medida que la vid envejece, su vigor disminuye y, por lo tanto, sus rendimientos caen. Los viticultores deben decidir en qué momento reemplazar estas vides con plantas más jóvenes, ya que la rentabilidad puede verse afectada por la menor producción.

Viñas Viejas: ¿Mayor Calidad?
Es común escuchar que las vides más viejas producen uvas de mejor calidad, capaces de elaborar vinos más concentrados y equilibrados. Sin embargo, este concepto está rodeado de una serie de teorías y opiniones diversas.
Una de las razones detrás de la creencia de que las viñas viejas producen vino de mayor calidad es que, con el paso del tiempo, las vides tienden a adaptarse mejor a su entorno. El menor rendimiento de las vides viejas significa que los nutrientes y recursos de la planta se distribuyen entre menos racimos, lo que puede resultar en una mayor concentración de sabor en cada uva. Además, las vides viejas tienen una estructura leñosa más desarrollada, lo que les permite almacenar carbohidratos y nutrientes, lo que les otorga mayor resistencia al estrés y a condiciones climáticas extremas, como la sequía.
Por otro lado, las vides que han sobrevivido durante muchos años han demostrado ser resilientes, lo que a menudo indica que fueron plantadas en lugares especialmente favorables para el cultivo de uvas de alta calidad. Sin embargo, no todas las vides viejas son iguales. En lugares donde se buscaba más el rendimiento que la calidad en el pasado, las vides viejas pueden no haber sido plantadas con criterios de calidad, lo que podría resultar en una producción de baja calidad, a pesar de la edad avanzada de las plantas.

Factores económicos: rentabilidad y sostenibilidad
Uno de los aspectos económicos clave sobre la edad de la viña es la rentabilidad. Las vides jóvenes pueden producir grandes cantidades de uvas en sus primeros años, lo que las convierte en una opción rentable en las regiones donde se requieren grandes rendimientos. Sin embargo, cuando las vides alcanzan los 40 o 50 años, sus rendimientos tienden a disminuir.
A pesar de que algunas vides de más de 50 años pueden seguir siendo rentables, esto depende del mercado y la región. En zonas de prestigio, como Borgoña o el Valle del Eden en Australia, las vides viejas pueden seguir siendo valiosas debido al precio premium que se obtiene por sus vinos. Sin embargo, en regiones donde los precios son más bajos, los viticultores prefieren reemplazar las vides viejas para mantener un nivel de producción adecuado.
La percepción de ‘viñas viejas’ en las etiquetas
La mención de “vinas viejas” en las etiquetas de vino es frecuente, pero este término no está regulado en muchos lugares. La edad de las vides que lleva esta etiqueta puede variar enormemente de un productor a otro. Por ejemplo, en algunas regiones, las vides de 30 años pueden considerarse viejas, mientras que en otras, este término puede referirse a vides de más de 100 años. En este contexto, algunos países han establecido asociaciones para clasificar y proteger las vides antiguas, como la “Historic Vineyard Society” en California o la “Barossa Old Vine Charter” en Australia. Estas asociaciones buscan preservar el legado de las vides viejas y garantizar que continúen produciendo vinos de alta calidad.
La edad de la viña y el vino
En última instancia, la relación entre la edad de la vid y la calidad del vino es compleja y depende de diversos factores, como el tipo de uva, la ubicación del viñedo y las prácticas de cultivo. Si bien las vides viejas pueden producir vinos más concentrados y complejos, no siempre es una regla fija. Vides bien cuidadas y plantadas en condiciones óptimas pueden dar como resultado uvas de excelente calidad, independientemente de su edad. Por lo tanto, aunque la “vejez” de una vid puede ser un indicativo de calidad, no siempre garantiza un mejor vino. Además, factores como la gestión del viñedo, la calidad del suelo y el clima desempeñan un papel crucial en el resultado final.
En conclusión, aunque la edad de la viña es un factor importante, el cuidado del viñedo, las condiciones del terroir y las prácticas vitícolas adecuadas siguen siendo esenciales para garantizar la calidad y rentabilidad del vino. Como consumidores, debemos ser conscientes de la complejidad de este proceso y de que, a veces, la verdadera esencia del vino no reside únicamente en la edad de la vid, sino en el conocimiento y dedicación del viticultor.