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El vino y su comunicación

Nos acercamos al ecuador de este particular año 2020 con el horizonte más claro y reconociéndonos ante una “nueva realidad” -término ya recurrente- con la mirada puesta en los nuevos proyectos y aquellos que súbitamente quedaron suspendidos. Hoy brindo una breve reflexión sobre el vino y su comunicación. 

Iniciamos mayo y me apetece plantear esta reflexión sobre el mundo del vino y la manera como lo comunicamos. 

Confinados durante estas semanas, hemos tirado de creatividad y desparpajo y en tanto hay un distanciamiento social, el colectivo vinalogador luce incluso más interconectado.

Han sido más de seis semanas en las que bodegas, críticos, catadores expertos, aficionados y advenedizos hemos compartido y departido sobre el vino a través del ordenador y las redes sociales. 

El vino como agente principal e hilo conductor de esta unión a escala mundial, con temáticas totalmente variopintas, como son los temas de actualidad, reconociendo entornos, legado, cultura, historia, y perspectivas en torno al futuro.

Común denominador en la comunicación del vino

Cada cuenta en las redes sociales es un mundo aparte. Tras cada cuenta hay una historia, una persona o empresa y una manera, elegida conscientemente o no, para llegar a los ansiados followers. 

Con cada clic navegamos a través de la mirada que otro nos quiere mostrar, con sus vinos, sus paisajes y hasta sus delirios. Con cada clic nos asomamos a otra realidad -como en los libros- pero a full color y dejando poco a la imaginación. 

Entre tanta variedad y neófitos del vino, recorremos itinerantes las mismas aulas virtuales; esos espacios, nunca mejor dicho, dionisíacos y atrayentes que nos enganchan día si y día también. 

Porque a pesar de la variedad y el amplio espectro actual, donde recalcitrantemente hemos llegado es donde mejor nos cuentan el vino: donde lo sentimos, donde lo vivimos y donde lo bebemos, ¡claro está!

Es este el común denominador, que hace las veces de material adhesivo de nuestras habituales tardes de ocio, de charlas, de catas, de tertulias, con el vino como protagonista, en todas las formas del lenguaje articulado. 

El denominador común es esa fuerza magnética que tienen nuestros comunicadores. Predicados de un culto, una pasión y un interés que une colectivos a golpe de audio y video.

La génesis de esta nueva etapa: buena comunicación con enganche + pasión.  

El vino como agente social

A raíz de esas charlas y videocatas, en estos momentos de ocio pedagógico se repiten como el coro en una canción, nuestros gustos y preocupaciones en torno al mundo del vino. 

¿Por qué en España, tantas veces, vivimos el vino de manera impersonal?

Son muchos los interrogantes y la forma de debatir sobre cada uno. ¿Por qué se consume más cerveza que vino? ¿por qué los jóvenes ven el vino tan distante? ¿por qué al tener tradición vinícola, no tenemos el vino como parte de nuestro ADN gastronómico y social como en las vecinas Francia e Italia? En fin…

El vino como parte de la gastronomía, como un agente social de unión y regocijo, como bebida de culto, como ofrenda a nuestro legado, el vino como parte de nuestra vida. Ese el contexto deseado.

Si vamos a las cifras, el consumo de vino per capita en España está muy lejos de lo que, a vuelo de pájaro, podría ser una posibilidad en nuestro imaginario. 

De 11,2 litros por habitante al año en España a los 42 litros por habitante al año en Francia hay un trecho. ¿Qué podemos hacer? Esa es la cuestión.

Si bien, España es un país con tradición vinícola, también tiene solera en la producción de cerveza, siendo el cuarto productor a nivel europeo. 

Viéndolo así, aun a pesar de ser el país con el mayor viñedo del mundo, se consume más cerveza que vino. Por muchas razones, pero una de ellas radica en la manera de comunicarlo. 

El quid de la cuestión está en la comunicación 

Comunicar y acercar el vino a todas las esferas de la sociedad es parte esencial de este proceso necesario y arduo, para democratizar el vino. 

Una comunicación asertiva, congruente, directa, honesta y cercana. El quid de la cuestión es -nuevamente una palabra muy de moda- reinventar el vino, reinventar la manera como lo concebimos e integramos en nuestras vidas. 

He aquí mi idea del vino y el arte de contar historias como parte necesaria en su manera de comunicarlo, de acercarlo a quien lo bebe para poder entenderlo, disfrutarlo y una vez puestos, amarlo. 

Como decía Jorge Luis Borges en una serie de conferencias que dictó en la universidad de Harvard en la segunda mitad del siglo XX: nuestra vida se teje con relatos y son estos relatos los que le dan el sentido y la pertenencia. 

“He pasado mi vida leyendo, analizando, escribiendo… y disfrutando. Y finalmente me di cuenta de que lo más importante era esto último.” 

Jorge Luis Borges

Es imperioso encontrar la manera de contarlo para hacerlo más nuestro.  Hacen falta agentes de cambio, precursores de una nueva manera de acercar el vino a la gente.

Agentes que reconozcan la grandeza y la versatilidad del vino: materia líquida, etérea, afable, compleja, austera, exuberante; con tantas variantes posibles que abren las puertas a infinitas formas de comunicación, subutilizadas hasta ahora.

Son estas personas quienes dentro de toda esta crisis que estamos viviendo, plantean alterativas y pasan de los cuestionamientos a las acciones. Así dan un baño de masas al tradicional, y a veces “excluyente”, mundo del vino.

Aplaudo y apoyo cuantas variantes posibles de comunicación se empleen para aligerar el marco del vino, para sacarlo de las convenciones de la memoria, en las que muchas veces navegamos ciclicamente, para atravesarlas y deconstruirlas. 

Es hora, entonces, de apropiarnos del bagaje vinícola que nos precede y hacerlo más nuestro, vivirlo, sentirlo y aprender a disfrutarlo. 

¿Vinalogamos?

Haciendo un guiño al arte de contar historias, os propongo vinalogar con cuentos y vinos que trasmiten paisaje, vivencias y pasión. 

Los Doce cuentos peregrinos de Gabriel García Márquez. Doce cuentos escritos en un arco temporal de dieciocho años que vivieron una accidentada historia de ires y venires, y que al final, como reza el refranero, el tiempo puso cada historia en su lugar. 

Doce cuentos que pincelan historias sobre las cosas extrañas que les suceden a los latinoamericanos en Europa, según las propias palabras del gran Gabo. 

Historias de viajes y vida, que se desarrollan en Ginebra, Barcelona, Roma, París. Historias en una Europa, hoy lejana, sin el velo del portento económico de la Unión Europea. 

Mi relato favorito, escrito en 1980, se llama Me alquilo para soñar. Un relato que enlaza el mundo onírico con las debilidades y anhelos de los seres humanos.

Un blend de sueños, viajes, precogniciones, Neruda y Frau Frida, la protagonista. Una colombiana que fermenta su vida entre Viena, Porto, Barcelona y La Habana. -¡No hago más spoilers!

Bardos

Vino Bardos reserva, DO Ribera del Duero

Para vinalogar, un vino de la casa Vintae: Bardos. Vinos que como su nombre dice, quieren transmitir. Trasmitir paisajes e historias contadas por los viticulores, verdaderos maestros de la tierra. 

Hoy bebo Bardos Reserva, DO Ribera del Duero. Vinos elaborados en el Páramo de Corcos, planicie de 10.000 ha, con una altitud de 960 msnm.

La colección Bardos rinde homenaje a los viticultores, quienes trasmiten a través de su trabajo el legado de la viña a las botellas. 

Los bardos eran poetas de los antiguos pueblos celtas, y como afirmó Borges, el poeta no era solo un bardo de cantos líricos, también era un narrador de historias. 

Esas historias que queremos trasmitir con una copa de vino, con el trabajo de un agricultor en la viña, con el cuento de un portento literario que sentía en la escritura el puro placer de narrar.

“La escritura se me hizo entonces tan fluida que a ratos me sentía escribiendo por el puro placer de narrar, que es quizás el estado humano que más se parece a la levitación”

Gabriel García Márquez

¡Salud!

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