Cuando empecé a interesarme por vinos, me acuerdo perfectamente cuando estaba en Brasil y una de las revistas que tenía en manos hablaba de los vinos de Burdeos. Curiosamente, viviendo en España y viendo el mapa, me di cuenta que Burdeos estaba relativamente de la frontera.
Sé que a un español esto puede sonar disparate, pero a una brasileña que está acostumbrada a hacer 8 horas de viaje en un fin de semana, esto es lo más normal del mundo. Y es que de Madrid a Burdeos, me llevaron exactamente 8 hora y media en coche.
A parte de la capital, que da nombre a una de la D.O. más famosas del mundo, la región está repleta de subzonas que se diferencias básicamente por su la uva varietal y la forma de elaborar sus vinos. Resultado: una diversidad digna de ser probada, catada y repetida cuantas veces sean necesarias.
Allí están los famosos Margaux, Médoc, Saint-Emilion, Pauillac. Todos cortados por el rio Garona y Dordoña. Es en las márgenes del río Garona donde se cultiva los vinos que dan fama al sitio. Sin embargo, Saint Emilion y Pomerol caminan en la misma dirección.
Es en la desembocadura de ambos ríos que se forma el estuario de la Gironda, en donde se encuentra las 50 denominaciones de origen que forman parte de la región de Burdeos.
La ciudad
Centro neurálgico de la zona y donde se parte todos los caminos. O mejor: todos los caminos llevan a Burdeos. Esta, dada su fama y tradición, recibe el título de capital mundial del vino.
Burdeos, también puede vanagloriarse de otras cosas. Fue la ciudad natal de Montaigne y le tuvo como alcalde de la ciudad. También acogió varios filósofos y estudiosos a lo largo de la historia. Pero el vino, sin duda, es una parte de la historia que se vive a diario en esta ciudad.
Obviamente no hay cepas en el centro de la ciudad pero lo cierto que es que muchos rincones emanan esta tradición. Desde las antiguas bodegas del barrio de Chartron, transformadas en restaurantes y galerías, las muchas escuelas de vino, cata, etc que por allí hay.
Burdeos también cuenta con la mítica Cité du Vin. Inaugurada en junio de 2016, este museo interactivo se encuentra en las márgenes del rio Garona y trata de hacer con que sus visitantes viajen por la historia de los vinos, de las uvas y de Burdeos. El edificio, de trazos indudablemente post modernos fue ideado por los arquitectos Anouk Legendre y Nocolas Desmazières.
Lo vinos
Los vinos de Burdeos, en su mayoría, son el resultado de un coupage de distintas variedades. Las dos uvas por excelencia de la región son las famosas Cabernet Sauvignon y la Merlot. Ambas fueron posibles ser replantadas en varias partes del mundo, colonizando las grandes áreas vitivinícolas del Nuevo Mundo. Hoy, se puede encontrar vinos de ambas variedades en prácticamente cualquier lugar del mundo.
Cabernet Sauvignon
La cabernet sauvignon es la uva por excelencia de la subregión Haut-Médoc, aportando tanicidad, dando una buena capacidad para envejecer bien.
La cepa que data del siglo XVII proviene del cruce entre la Cabernet Franc y la Sauvignon Blanc. Es una variedad de fácil cultivo, que se adpató muy bien a las grandes variedades de suelos, climas y latitudes.
Los vinos monovarietales elaborados con esta variedad se destacan por su rojo intenso, aromas frutales, florales y herbales. Aromas que ganan complejidad con la crianza. Se marida muy bien con carnes rojas a la brasa o asados. Es una uva que combina muy bien también con los sabores amargos como pueden ser la endivia o la escarola.
Merlot
La merlot es la variedad más plantada en el conjunto de Burdeos. Estudios apuntan que esta variedad podría ser una variedad ascendiente de la cabernet franc y hermana de la carménère y la cabernet sauvignon. Su nombre deriva de la palabra occitana merlot, diminutivo de mirlo.
Esta cepa crece básicamente en zonas frías y muy bien en suelos arcillosos. Se brota tempranamente, lo que es un riego si hay heladas. Se caracterizan por su buen contenido de azúcar y su propensión a una rápida sobre-maduración.
Los vinos de esta varietal dan vinos suaves, aterciopelados aromáticos y densos. Suelen tener un período corto de crianza, pero pueden seguir evolucionando en una botella por muchos años. Es un buen comodín de mesa, ya que marida muy bien con casi cualquier comida.
La tercera variedad importante en la zona de Burdeos es la Cabernet Franc. Esta se puede encontrar principalmente en la zona de Saint Émilion, aunque no es su principal variedad. Originaria de la región del Médoc francés, los primeros documentos escritos que registran su cultivo remontan el siglo XVIII.
Es una cepa de brotación y maduración temprana, que se adapta bien a las regiones interiores de climas rigurosos. Sin embargo es muy sensible al oídio y a la Botrytis.
Los vinos elaborados con esta variedad son generalmente un coupage entre esta y otra. Sus raros monovarietales poseen características vegetales, posendo color intenso y acidez media.
Visita a Saint Emilion
Salí de Madrid tempranito y después de 8/9 horas conduciendo, pasando por los más bellos paisajes del País Vasco, Pirineos español y francés, llegué a Saint Emilion.
La ciudad, súper pintoresca, ha bautizado el nombre de una de las muchas D.O. de la región. Caminar por la ciudad fue una experiencia singular. Poder ver que cada rincón traslada la tradición por el vino. El comercio local casi que exclusivamente se dedica a su producto estrella y en la propia plaza de la ciudad comercializan cepas de la variedad Merlot.
Saint Emilion es una ciudad que merece la pena ser visitada hasta por aquellos que no están interesados en vinos. Sus callejuelas estrechas, sus colinas nos llevan a vivir otras épocas e imaginar cómo sería siglos y siglos atrás. La iglesia monolítica, escavada en la roca madre entre finales del siglo XI y el XII, y que fueron añadiendo elementos hasta más o menos el siglo XVI, como el campanario. Dicen que es la mayor iglesia monolítica de Europa, y se puede llegar al campanario subiendo sus 196 escalones.
Un tren turístico nos lleva de visita a los Grands Crus de Saint-Émilion, y es una buena forma de conocer mejor los viñedos y Châteaux más destacados.
Es una región de vinos excelentes y con buena relación calidad precio. Entre ellos destaco la maravillosa botella que he comprado del Chateau de Ferrand 2005, añada excepcional en la zona. Lo he abierto 11 años más tarde y aún tengo recuerdos sensoriales de ella.